Que corren malos tiempos (y no sólo para la lírica) es tristemente de sobra conocido. A pesar de que los datos macroeconómicos parecen anunciar un cambio de tendencia en la situación económica; los datos del paro no terminan de reflejar dichos augurios; y lamentablemente millones de españoles siguen sin empleo, muchos padres y madres de familia con hijos e hijas a su cargo. El panorama parece desolador, las ayudas gubernamentales escasean y los recortes afectan a los servicios sociales que ven menoscabadas sus posibilidades de prestar su ayuda a los ciudadanos de a pie. Pero si en algo están de acuerdo los expertos es en que la situación social de nuestro país no ha estallado gracias a la ayuda y al apoyo de las familias.
Y es que la familia se convierte en refugio, amparo y soporte de las personas que la componen. En nuestra familia nos sentimos amados, somos tratados como quién somos, con nuestra singularidad; se nos quiere y se nos ama con nuestros defectos y con nuestras virtudes, por el mero hecho de ser, no por lo que podamos aportar. Por eso, con la familia las dificultades se diluyen, porque el problema de un miembro de la familia es el problema de todos; y la fuerza de todos se vuelca en el problema de cada uno.
Por eso con la familia...es posible
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